viernes, 17 de septiembre de 2010

Alfredito, el patriota de la Recoleta.

Amigos: Reproduzco este relato tal cual lo recibí de un seguidor del Resortero. ¿Habra sido el primer Mahely en combate? ¿Bautismo de fuego del AC argentino?



Tenía nueve años, estaba en la cama con gripe cuando escuché algo así como explosiones. Mi madre entró a la habitación muy angustiada y abrazándome muy fuerte entre lágrimas me dijo:

-¡Algo muy grave está pasando, Alfredito; hay aviones que tiran bombas en plaza de mayo, aviones bombardeando plaza de Mayo!

Mi padre, que trabajaba en el Correo Central, pudo avisarle por teléfono que se encontraba bien y que se quedaría ahí, el tiempo que fuera necesario hasta que todo se normalice.

Me pregunté sobre quienes serían capaces de hacer semejante cosa. Pensé sobre cual sería el país con el que estábamos en guerra… Seguro los rusos ya había escuchado por ahí que los comunistas eran malos y también ateos.

Mi madre fue hasta el departamento de la familia Ordoñez, dos pisos más abajo, que no tenía teléfono, para avisarles que Rodolfo, el hijo mayor que era compañero de trabajo de mi padre, se encontraba bien.

Aprovechando la ausencia de mi madre, me abrigué, tome mi Mahely cuatro y medio y me dispuse a defender la patria desde la terraza del edificio. Con Alfredito en su puesto de combate, los rusos no se la llevarían de arriba, pensaba.
Me aposté en el lavadero y cada tanto me asomaba pero hacia mucho frio y volvía.
-Estos rusos de mierda…o podrían ser chinos… ¿Por qué no? Tambien era comunistas ateos y malos había dicho almacenero. Pensaba mientras agarraba el cuatro y medio con fuerza.

Escuche el rugido de un avión, fuerte, cada vez más fuerte, respiré hondo y salí del lavadero, lo vi venir, juro que lo vi venir, en aquel momento nuestro edificio era uno de los altos de la zona. Volando a baja altura pude ver claramente la panza del aparato donde le apunte y tiré si éxito. Una fracción de segundo después, hubo otra explosión ensordecedora muy cerca nuestro.


Derrotado en mi objetivo de defender a la patria volví a mi cama triste. Mi madre volvió del departamento de los Ordoñez y me trajo el almuerzo. Ya no tenía signos de gripe casi. Por la noche mi padre volvió horrorizado por lo que vío en la plaza, pero sano. No comenté mi fracaso con ninguno de los dos. Al Mahey lo había dejado bajo la cama y los balines en la mesita de luz, por las dudas de que volvieran los rusos o los chinos…

Al día siguiente, escuchando las conversaciones de los mayores me enteré de lo ocurrido en la plaza, de que no habían sido los rusos, ni los chinos, de que ni siquiera estábamos en guerra con otro país y que el avión que no pude derribar, había tirado la bomba cerca de la mansión Unzué y matado a un muchachito del barrio.
También aprendí que no se derriba un avión con un Mahely cuatro y medio.
El rifle volvió al placard donde permaneció guardado por muchos años. Mis viejos jamas se enteraron de mi actuacion en defensa del que luego fué, el innombrable.

sábado, 4 de septiembre de 2010